miércoles, noviembre 22, 2006

EHK: BUCLE CONQUENSE

-Pos mira: Cuenca: Cuenca no es que no sea lo suyo sino que lo que pasa es que de Cuenca te ponen la cabeza hasta el copón y luego Cuenca pos qué quieres que te diga, vieo. Que no. Callín que no, que nuj fizimoh El gato con botas, sieteadisen losdedallín, que de los séptimos, el más azín como de los clásicos bonicos, jehm, y eso, que guapo, jehm, y otro apretón de por al lao de ruta questa que fizimos igualmente los dos, el Ton y yo, y guapa, jiin, la Expo-Ocio S.A. esa, jietejé. Y aluego el Fortín, otro settor, que lo vimos luego con la Luisa el Antoñito y yo y como callín poszí, mah no puímos yallín trepar ni el úrtimo día; qabrá kir endevolver, porque ese sitio zí, zí que pintaba igual un poco, pero. Pero que Cuenca, tío, Cuenca no. La siudá mubonica, pero el pie vía hasta con mierdas de humano. Y los coches y los friquis y to allín por medio en el Martín Alhaja sektor ese, tú; que nuh fizimos allín la Buscona, 7b, pa calentar, de tranquis, y aluego la probenmus la Luisa, el Ton y yo la Terapia de grito esa famosa y, fok. Pero no sé, no sé. Yo, Cuenca, no la pondré mu cara, no. Claro que: Cuenca es mu grande y en jiendo dallín alomehor. Densicuro que tiene su coza en yendo con gente dallín. Azín caver.

-Jahn.

Y el Antoñito se levantaba de la silla de al lado de la música y, pausadamente, cruzaba una vez más porque era un bucle todo hacia la puerta a abrirla del entorne de aquel cuarto de amor con chimenea y, con el crujir reseco de la madera oscura, la calle se colaba y era entonces cuando el Barbas empezaba una vez más la retahíla y luego una vez más con jahn zanjaba, mántrica, la Jo. Su hermana, la Joana, sí. La hermanica del Ton. Y el Alfonso escuchaba un poco todo y to, la música, la voz lenta del Barbas, a Antonio en su consulta de los cróquises aquellos, levantarsendespués y el ehk de la madera, y a la Jo, y nadie nadie nadie podía imaginar aquella noche de dos días después de habernos vuelto, de yaquín to quisque again, cauna y cauno yan sus cozas y en la vida del curra, quél estaba recordandol briboncete los dos ratos quenla Pedra'ntes de Cuenca nos echársemus, y no dejaba al tiempo de hacerse el mismo porro todo el rato el muy bribón y a lo Jim Bridwell, con su chalequillo y todo, jé. La luna estaba menguante, de C. Y ya digo que era todo como un bucle, que.
De la calle nos llegaba, cuando el Mountjoy más abría, un rumor de bicicletas a deshoras y ya casi se me olvida que de siempre estaba el té en su hervor exacto.

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