jueves, julio 20, 2006

ROMPEPIEDRA

Pillé de una mata amiga de rompepiedra de la Cueval Moro un tronche y se lo dí a Silvana.
-Toma, niña. Ven aquí, ten.
Ella me dio las gracias y yo quedé recontemplándola de pronto con la flor tan blanca de velados púrpuras de monte verde al sur cuando le suelto en buen presente redepentemente que Se llama rompepiedra, tú ya sabes, ¿no? Y va y se pone a darle con la flor en donde más duro el peñón se pone y dice No se rompe, no se rompe, Luisa, y es que, claro, no comprende 'rompepiedra' todavía aunque ya sabe la Silvana de las plantas por su padre.
-No se rompe. Rompepiedra, no.
Y en cuanto me vio la risa densicuro que al pronto supo que rompepiedra iba a venir a ser por algo de lo que ya acabaría enterándose trempano o tarde y por eso decidió que no importaba más, se dio la vuelta bruscamente y tiró paonde los perros. Y yallín que se quedó como una chucha más, la tía, tol rato yallín hasta que el sol se fue colando poco a poco por donde to las tardes, con los perros, tirá por los suelos, como a los críos les gusta más, mientras su padre y yo le dábamos non zé ni cuántos mecos más ya le dimos a un bloque del Carlillos que aún seguía resistiéndose. Endespué llegaron unos a echarse un porro, ya mu tarde, con el horizonte sucio y casi oscuro todo ya, y nusaltres estiramos, arrecojimos y nus bajemos dos adultos, una niña y perros tres hacia donde la vida siempre sigue igual de estúpida, mortal y carnicera sin descanso si no fuera por el búnquer, las plantas, los bichos y la buena gente. Yamén.
Yamín, yamón, yamún. Ya, man.
Ya.

lunes, julio 17, 2006

DON GENARO, MAESTRO DEL EQUILIBRIO

23 de octubre, 1968

Don Juan mencionó casualmente que iba a hacer otro viaje a México central en un futuro cercano.
-¿Va usted a visitar a don Genaro? -pregunté.
-A lo mejor -dijo sin mirarme.
-Don Genaro está bien, ¿verdad, don Juan? Digo, no le pasó nada malo allá arriba de la catarata, ¿no?
-No le pasó nada; tiene aguante.
Hablamos un rato de su proyectado viaje y luego dije que había gozado mucho de la compañía y de los chistes de don Genaro. Se rió y dijo que don Genaro era en verdad como un niño. Hubo una larga pausa; yo pugnaba mentalmente por hallar una frase inicial para inquirir acerca de su lección. Don Juan me miró y dijo en tono malicioso:
-Ya te matan las ganas de preguntarme por la lección de don Genaro, ¿no?
Reí con turbación. Todo lo ocurrido en la catarata me había estado obsesionando. Daba yo vueltas y más vueltas a todos los detalles que podía recordar, y mis conclusiones eran que había sido testigo de una increíble hazaña de destreza física. Pensaba que don Genaro era, sin lugar a dudas, un incomparable maestro del equilibrio; cada uno de sus movimientos había sido ejecutado con un alto toque ritual y, obviamente, debía de tener algún inextricable sentido simbólico.
-Sí -dije-. Admito que me muero por saber cuál fue su lección.
-Déjame decirte algo -dijo don Juan-. Para ti fue una pérdida de tiempo. Su lección era para alguien que pudiera ver. Pablito y Néstor agarraron el hilo, aunque no ven muy bien. Pero tú, tú fuiste a mirar. Le dije a Genaro que eras medio idiota y muy raro, todo atascado, y que a lo mejor te destapabas con su lección, pero no. No importa, de todos modos. Ver es muy difícil.
"No quise que hablaras después con Genaro; por eso tuvimos que irnos. Lástima. Pero habría salido peor quedarse. Genaro arriesgó mucho por mostrarte algo magnífico. Qué lástima que no puedas ver.
-Quizá, don Juan, si usted me dice cuál fue la lección, yo descubra que en realidad vi.
Don Juan se dobló de risa.
-Tu mejor detalle es hacer preguntas -dijo.
Parecía dispuesto a relegar nuevamente el tema. Como de costumbre, estábamos sentados en el área frente a su casa; de pronto, don Juan se puso en pie y entró. Fui tras él e insistí en describirle lo que yo había visto. Seguí con fidelidad la secuencia de los hechos, según la recordaba. Don Juan sonreía al escucharme. Cuando terminé, meneó la cabeza.
-Ver es muy difícil -dijo.
Le supliqué explicar su aseveración.
-Ver no es cosa de hablar -dijo imperativamente.
Resultaba obvio que no iba a decirme nada más, de modo que desistí y salí de la casa a cumplir unos encargos suyos.
Al regresar ya era de noche: comimos algo y después salimos a la ramada. Acabábamos de tomar asiento cuando don Juan empezó a hablar sobre la lección de don Genaro. No me dio tiempo de prepararme para ello. Tenía conmigo mis notas, pero estaba demasiado oscuro para escribir, y no quise alterar el fluir de su conversación yendo al interior de la casa por la lámpara de petróleo.
Dijo que don Genaro, siendo un maestro del equilibrio, podía ejecutar movimientos muy complejos y difíciles. Sentarse de cabeza era uno de tales movimientos, y con él había intentado mostrarme que era imposible "ver" mientras uno tomaba notas. La acción de sentarse de cabeza sin ayuda de las manos era, en el mejor de los casos, una treta extravagante que duraba sólo un momento. Según la opinión de don Genaro, escribir acerca de "ver" era lo mismo; es decir, una maniobra precaria, tan curiosa y superflua como sentarse de cabeza.
Don Juan me escudriñó en la oscuridad y dijo, en un tono muy dramático, que mientras don Genaro traveseaba sentándose de cabeza, yo estuve al borde mismo de "ver". Don Genaro, advirtiéndolo, repitió sus maniobras una y otra vez, sin resultado, pues yo perdí el hilo inmediatamente.
Don Juan dijo que después don Genaro, movido por la simpatía personal que me tenía, intentó en una forma muy dramática llevarme de nuevo a ese borde de "ver". Tras una deliberación muy cuidadosa, decidió mostrarme una hazaña de equilibrio cruzando la cascada. Sintió que la cascada era como la orilla en que yo estaba parado, y confió en que yo también podría realizar el cruce.
A continuación, don Juan explicó la hazaña de don Genaro. Dijo que ya me había indicado que los seres humanos eran, para quienes "veían", seres luminosos compuestos por una especie de fibras de luz, que giraban del frente a la espalda y mantenían la apariencia de un huevo. También me había dicho que la parte más asombrosa de las criaturas ovoides era un grupo de fibras largas que surgían del área alrededor del ombligo; don Juan dijo que tales fibras tenían una importancia primordial en la vida de un hombre. Esas fibras eran el secreto del equilibrio de don Genaro y su lección no tenía nada que ver con saltos acrobáticos en la cascada. Su hazaña de equilibrio consistía en la forma en que usaba esas fibras "como tentáculos".
Don Juan se apartó del tema tan repentinamente como lo había traído a cuento, y empezó a hablar de algo sin ninguna relación.

24 de octubre, 1968

Arrinconé a don Juan y le dije que intuitivamente sentía que jamás recibiría otra lección de equilibrio, y que él debía explicarme todos los detalles pertinentes, pues de otro modo nunca podría descubrirlos por mí mismo. Don Juan dijo que yo tenía razón con respecto a que don Genaro no volvería a darme otra lección.
-¿Qué más quieres saber? -preguntó.
-¿Qué son esas fibras como tentáculos, don Juan?
-Son los tentáculos que salen del cuerpo de un hombre y son visibles para cualquier brujo que ve. Los brujos actúan con la gente de acuerdo a la forma en que ven sus tentáculos. Las personas débiles tienen fibras cortas, casi invisibles; las personas fuertes las tienen largas y brillantes. Las de Genaro, por ejemplo, son tan brillantes que parecen gruesas. Por las fibras se conoce si una persona está sana o enferma, si es mezquina o bondadosa o traicionera. También se conoce, por las fibras, si una persona puede ver. Aquí hay un problema desconcertante. Cuando Genaro te vio supo, igual que mi amigo Vicente, que podías ver; cuando yo te veo, veo que puedes ver, y sin embargo sé muy bien que no puedes. ¡Qué contrariedad! Genaro no podía creerlo. Le dije que eras un sujeto raro. Creo que quiso verlo por sí mismo y te llevó a la cascada.
-¿Por qué piensa usted que doy la impresión de que puedo ver?
Don Juan no respondió. Permaneció largo rato en silencio. No quise preguntarle nada más. Finalmente me habló y dijo que sabía por qué, pero no cómo explicarlo.
-Piensas que todo el mundo es sencillo de entender -dijo- porque todo cuanto tú haces es una rutina sencilla de entender. En la caída de agua, cuando miraste a Genaro cruzar el agua, creíste que era un maestro de los saltos mortales, porque sólo en eso pudiste pensar. Y eso es todo lo que siempre creerás que hizo. Pero Genaro nunca saltó al cruzar ese agua. Si hubiera saltado, habría muerto. Genaro se equilibró con sus magníficas fibras brillantes. Las alargó lo suficiente para poder, digamos, rodar en ellas hasta el otro lado de la caída del agua. Demostró la manera correcta de alargar esos tentáculos, y la manera de moverlos con precisión.
"Pablito vio casi todos los movimientos de Genaro. Néstor, en cambio, sólo vio las maniobras más obvias. Se perdió los detalles delicados. Pero tú, tu no viste nada de nada.
-Quizá si me hubiera usted dicho por anticipado qué cosa observar...
Me interrumpió y dijo que el darme instrucciones sólo habría estorbado a don Genaro. De haber yo sabido lo que iba a ocurrir, mis fibras, agitadas, habrían interferido con las de don Genaro.
-Si pudieras ver -dijo-, te habría sido evidente, desde el primer paso que Genaro dio, que no estaba resbalando al subir por las peñas. Estaba aflojando sus tentáculos. Dos veces los enredó en las piedras y se sostuvo en la mera roca. Cuando llegó arriba y estuvo listo para cruzar el agua, los enfocó sobre una piedra chica en medio de la corriente, y una vez que los tuvo afianzados dejó que las fibras lo jalaran. Genaro jamás saltó; por eso podía aterrizar en las piedras resbalosas en el mero borde del agua. Genaro todo el tiempo tenía las fibras bien enredadas en cada roca que usó.
"No se estuvo mucho tiempo en la primera piedra, porque tenía el resto de sus fibras amarradas a otra, todavía más chica, en el sitio donde mayor era el empellón del agua. Sus tentáculos volvieron a jalarlo y aterrizó en ella. Esa fue la más notable de todas las cosas que hizo. La superficie era demasido chica para que un hombre se sostuviera, y el empellón del agua habría arrastrado su cuerpo al precipicio si él no hubiera tenido algunas de sus fibras enfocadas todavía en la primera roca.
"Genaro se mantuvo mucho rato en esa segunda posición, porque tenía que sacar otra vez sus tentáculos y mandarlos hasta el otro lado del despeñadero. Después de afianzarlos, tuvo que soltar las fibras enfocadas en la primera roca. Eso era muy arriesgado. Tal vez solamente Genaro es capaz de hacerlo. Casi perdió el control, o a lo mejor nada más se estaba burlando de nosotros: nunca lo sabremos con certeza. En lo personal, pienso que de veras estuvo a punto de perder el equilibrio. Lo sé porque se puso tieso y mandó un brote magnífico, como un rayo de luz cruzando el agua. Me parece que tan sólo ese rayo habría bastado para jalarlo al otro lado. Cuando llegó a la orilla, se paró y dejó brillar sus fibras como un racimo de luces. Eso lo hizo solamente para ti. De haber podido ver, habrías visto eso.
"Genaro estuvo allí parado, mirándote, y entonces supo que no habías visto."

Carlos Castaneda, Una realidad aparte (Nuevas conversaciones con don Juan), trad. de Juan Tovar, Fondo de Cultura Económica, México/Madrid, 1974.
A separate reality (Further conversations with don Juan), 1971.

¿MANDE? PHOTO GAZAPO NEVADENSIS



Pablo Bueno Pocel, Sierra Nevada. Guía montañera, Editorial Universidad de Granada, Granada, 1999, 3ª edición, página 277.

miércoles, julio 12, 2006

A SEPARATE REALITY

To quisque que las haya visto recuerda densicuro alguna de las fotos que Heinz Zak le sacó con pulso firme y entraña descompuesta a su amigo Güllich subiéndose por ahí sin cuerda en el año 86, con el bañadorcillo de leopardo, los gatos esos de botín con calcetines, neblina al fondo y el río Merced abajico del todo tirándonos por dentro a quienes abrimos los ojos como platos delante de las fotos y desimoh por lo bajini que qué íopuchi, er gúlih, íoputa. Y es que A separate reality, sieteamás/sietebé disen y abierta por Ron Kauk en 1977, forma ya parte ineludible desde entonces, y por poco o mucho susto que nos dé, del imaginario vertical del fin del siglo veinte. El Heinz Zak, hace poco, creo que hace un año o algo así, la ha vuelto a repetir en solo integral, y no se pierdan tampoco vuesas mercedes el repullo calcado al otro que da verlo en las foticos empotrando ahí camino de la salida del techo, camino de esa realidad aparte, de ese otro mundo que te llega a la vida si sales con ella enterita de trances tales, que digo yo tié que zer lo que pasa si resuerbeh.
En cualquier caso: Que todo esto viene porque lo que más abajo les copio tiene también que ver con el asunto en tanto que anéctoda que da pista del porqué del nómine y demás etcéteras. Y a disfrutar, pero con soga.

17 de octubre de 1968

No recuerdo qué cosa motivó a don Genaro a hablarme sobre el orden del ‘otro mundo’, como él lo llamaba. Dijo que un maestro brujo era un águila, o más bien que podía convertirse en águila. En cambio, un brujo malo era hijo de un tecolote. Don Genaro dijo que un brujo malo era hijo de la noche y que para un hombre así los animales más útiles eran el león de montaña u otros felinos salvajes, o bien las aves nocturnas, el tecolote en especial. Dijo que los ‘brujos líricos’, o simples aficionados, preferían otros animales: el cuervo, por ejemplo. Don Juan rió; había estado escuchando en silencio.
Don Genaro se volvió hacia él y dijo:
-Eso es cierto; tú lo sabes, Juan.
Luego dijo que un maestro brujo podía llevar consigo a su discípulo en un viaje y atravesar literalmente las diez capas del otro mundo. El maestro, siempre y cuando fuera un águila, podía empezar en la capa de abajo y luego atravesar cada mundo sucesivo hasta llegar a la cima. Los brujos malos y los líricos, dijo, sólo podían cuando mucho atravesar tres capas.
Don Genaro describió aquellos pasos diciendo:
-Empiezas en el mero fondo y entonces tu maestro te lleva en su vuelo y al rato, ¡pum! Atraviesas la primera capa. Luego, un ratito después, ¡pum! Atraviesas la segunda; y ¡pum! Atraviesas la tercera...
En tal forma don Genaro me llevó hasta la última capa del mundo. Cuando hubo terminado de hablar, don Juan me miró y sonrió sabiamente.
-Las palabras no son la predilección de Genaro –dijo-, pero si quieres recibir una lección, él te enseñará acerca del equilibrio de las cosas.
Don Genaro asintió con la cabeza; frunció la boca y entrecerró los párpados.
Su gesto me pareció delicioso.
Don Genaro se puso en pie y lo mismo hizo don Juan.
-Muy bien –dijo don Genaro-. Vamos, pues. Podemos ir a esperar a Néstor y Pablito. Ya terminaron. Los jueves terminan temprano.
Ambos subieron en mi coche, don Juan en el asiento delantero. No les pregunté nada; simplemente eché a andar el motor. Don Juan me guió a un sitio que según dijo era la casa de Néstor; don Genaro entró en la casa y un rato después salió con Néstor y Pablito, dos jóvenes que eran sus aprendices. Todos subieron en mi coche y don Juan me indicó tomar el camino hacia las montañas del oeste.
Dejamos el auto al lado del camino de tierra y seguimos la ribera de un río, que tendría cinco o seis metros de ancho, hasta una cascada visible desde donde me había estacionado. Atardecía. El paisaje era impresionante. Directamente sobre nuestras cabezas había una nube enorme, oscura, azulosa, que parecía un techo flotante; tenía un borde bien definido y la forma de un gigantesco semicírculo. Hacia el oeste, en las altas montañas de la Cordillera Central, la lluvia parecía estar descendiendo sobre las laderas. Se veía como una cortina blancuzca que caía sobre los picos verdes. Al este se hallaba el valle largo y hondo; sobre él sólo había nubes desparramadas, y el sol brillaba allí. El contraste entre ambas áreas era magnífico. Nos detuvimos al pie de la cascada; tenía quizás unos cuarenta y cinco metros de altura: el rugido era muy fuerte.
Don Genaro se puso un cinturón del que colgaban siete o más objetos. Parecían guajes pequeños. Se quitó el sombrero y dejó que colgara, sobre su espalda, de un cordón atado alrededor de su cuello. Se puso en la cabeza una banda que sacó de un morral hecho de gruesa tela de lana. La banda era también de lana de diversos colores; el que más resaltaba era un amarillo vívido. En la banda insertó tres plumas. Parecían ser plumas de águila. Noté que los sitios donde las insertó no eran simétricos. Una pluma quedó sobre la curva posterior de su oreja derecha, otra unos centímetros más adelante y la tercera sobre la sien izquierda. Luego se quitó los huaraches, los enganchó o ató a la cintura de sus pantalones y aseguró el cinturón por encima de su poncho. El cinturón estaba hecho, al parecer, de tiras de cuero entretejidas. No pude ver si don Genaro lo amarró o si tenía hebilla. Don Genaro caminó hacia la cascada. Don Juan manipuló una piedra redonda hasta dejarla en una posición firme, y tomó asiento en ella. Los dos jóvenes hicieron lo mismo con otras piedras y se sentaron a su izquierda. Don Juan señaló el sitio junto a él, a su derecha, y me indicó traer una piedra y sentarme a su lado.
-Hay que hacer una línea aquí –dijo, mostrándome que los tres se hallaban sentados en fila.
Para entonces, don Genaro había llegado al pie del desplomadero y había empezado a trepar por una vereda a la derecha de la cascada. Desde donde nos encontrábamos, la vereda se veía bastante empinada. Había muchos arbustos que don Genaro usaba como barandales. En cierto momento pareció perder pie y casi se deslizó hacia abajo, como si la tierra estuviera resbaladiza. Un momento después ocurrió lo mismo, y por mi mente cruzó la idea de que tal vez don Genaro era demasiado viejo para andar escalando. Lo vi resbalar y trastabillar varias veces antes de llegar al punto en que la vereda terminaba.
Experimenté una especie de aprensión cuando empezó a trepar por las rocas. No podía figurarme qué iba a hacer.
-¿Qué hace? –pregunté a don Juan en un susurro.
Don Juan no me miró.
-¿No ves que está trepando? –dijo.
Don Juan miraba directamente a don Genaro. Tenía los ojos fijos, los párpados entrecerrados. Estaba sentado muy erecto, con las manos descansando entre las piernas, sobre el borde de la piedra.
Me incliné un poco para ver a los dos jóvenes. Don Juan hizo un ademán imperativo para hacerme volver a la línea. Me retraje de inmediato. Tuve sólo un vislumbre de los jóvenes. Parecían igual de atentos que él.
Don Juan hizo otro ademán y señaló en dirección de la cascada.
Miré de nuevo. Don Genaro había trepado un buen trecho por la pared rocosa. En el momento en que miré se hallaba encaramado en una saliente; avanzaba despacio, centímetro a centímetro, para rodear un enorme peñasco. Tenía los brazos extendidos, como abrazando la roca. Se movió lentamente hacia su derecha y de pronto perdió pie. Di una boqueada involuntaria. Por un instante, su cuerpo entero pendió del aire. Me sentí seguro de que caería, pero no fue así. Su mano derecha había aferrado algo, y muy ágilmente sus pies volvieron a la saliente. Pero antes de seguir adelante se volvió a mirarnos. Fue apenas un vistazo. Había, sin embargo, tal estilización en el movimiento de volver la cabeza que empecé a dudar. Recordé que había hecho lo mismo, volverse a mirarnos, cada vez que resbalaba. Yo había pensado que don Genaro debía de sentirse apenado por su torpeza y que volteaba a ver si lo observábamos.
Trepó un poco más hacia la cima, sufrió otra pérdida de apoyo y quedó colgando peligrosamente de la salediza superficie de roca. Esta vez se sostenía con la mano izquierda. Al recuperar el equilibrio se volvió nuevamente a mirarnos. Resbaló dos veces más antes de llegar a la cima. Desde donde nos hallábamos sentados, la cresta de la cascada parecía tener de seis a ocho metros de ancho.
Don Genaro permaneció inmóvil un momento. Quise preguntar a don Juan qué iba a hacer don Genaro allá arriba, pero don Juan parecía tan absorto que no me atreví a molestarlo.
De pronto, don Genaro saltó hacia el agua. Fue una acción tan completamente inesperada que sentí un vacío en la boca del estómago. Fue un salto magnífico, extravagante. Durante un segundo tuve la clara sensación de haber visto una serie de imágenes superpuestas de su cuerpo en vuelo elíptico hasta la mitad de la corriente.
Al aminorar mi sorpresa, advertí que don Genaro había aterrizado en una piedra al borde de la caída: una piedra apenas visible desde donde nos encontrábamos.
Permaneció largo tiempo allí encaramado. Parecía combatir la fuerza del agua precipitada. Dos veces se inclinó sobre el precipicio y no pude determinar a qué estaba asido. Alcanzó el equilibrio y se acuclilló en la piedra. Luego saltó de nuevo, como un tigre. Mis ojos apenas si percibían la siguiente piedra en donde aterrizó; era como un cono pequeño en el borde mismo del despeñadero.
Se quedó allí casi diez minutos. Estaba inmóvil. Su quietud me impresionaba a tal grado que empecé a tiritar. Quería levantarme y caminar por ahí.
Don Juan advirtió mi nerviosismo y con tono autoritario me instó a calmarme.
La inmovilidad de don Genaro me precipitó a un terror extraordinario y misterioso. Sentí que, si seguía más tiempo allí encaramado, yo no podría controlarme.
De pronto saltó de nuevo, ahora hasta la otra ribera de la cascada. Cayó sobre los pies y las manos, como un felino. Permaneció acuclillado un momento; luego se incorporó y miró a través del torrente, hacia la otra orilla, y luego hacia abajo, en nuestra dirección. Se estuvo enteramente quieto, mirándonos. Tenía las manos a los lados, ahuecadas como aferrando un barandal invisible.
Había en su postura algo verdaderamente exquisito; su cuerpo parecía tan flexible, tan frágil. Pensé que don Genaro, con su banda y sus plumas, su poncho oscuro y sus pies descalzos, era el ser humano más hermoso que yo hubiera visto.
Repentinamente echó los brazos hacia arriba, alzó la cabeza, y con gran rapidez lanzó su cuerpo a la izquierda, en una especie de salto mortal lateral. El peñasco donde había estado era redondo, y al saltar desapareció tras él.
En ese momento empezaron a caer grandes gotas de lluvia. Don Juan se levantó y lo mismo hicieron los dos jóvenes. Su movimiento fue tan abrupto que me confundió. La experta hazaña de don Genaro me había puesto en un estado de profunda excitación emotiva. Sentía que el viejo era un artista consumado y quería verlo en ese mismo instante para aplaudirlo.
Me esforcé por escudriñar el lado izquierdo de la cascada para ver si don Genaro descendía, pero no lo hizo. Insistí en saber qué le había pasado. Don Juan no respondió.
-Más vale que nos vayamos aprisa –dijo-. Está fuerte el aguacero. Hay que llevar a Néstor y Pablito a su casa, y luego tendremos que irnos regresando.
-Ni siquiera le dije adiós a don Genaro –me quejé.
-Él ya te dijo adiós –repuso don Juan con aspereza.
Me observó un instante y luego suavizó el ceño y sonrió.
-También te dio su afecto –dijo-. Le caíste bien.
-Pero ¿no vamos a esperarlo?
-¡No! –dijo don Juan con brusquedad-. Déjalo tranquilo, ahí donde esté. Capaz ya es un águila volando al otro mundo, o capaz ya se murió allá arriba. Ahorita ya no le hace.

Carlos Castaneda, Una realidad aparte (Nuevas conversaciones con don Juan), trad. de Juan Tovar, Fondo de Cultura Económica, México/Madrid, 1974.
A separate reality (Further conversations with don Juan), 1971.

lunes, julio 10, 2006

DIEDRO DEL ÁGUILA, MAJALIJAR

En Sierra Harana, con o sin hache, hay molondrones, tajos, riscos, bloques, raspas y peñones como para que nadie se canse ni se cruce en todo el día con ningún otro nadie si así lo quiere. Aquí la menda se ha subido con las amigas por alguna que otra línea en el Tajo de los Halcones y por el Diedro del Águila, en el Majalijar. O Majalillar, que tamién azín le dicen. De reuniones equipadas olvídense, al menos en por donde hemos estado nos. Claro que eso no quita que luego también te vayas a encontrar, a poco busques, paraboles por algún que otro placón friqui escondido para lolas y lolos que buscan el día tranqui. Ambiente del de hace más de treinta años totalmente garantizado sobre un mar de chaparros que este octubre pasado estaban como para no irse de allí y quedarse a charlar con ellos por la noche. Pero como no pué ser jiempre to, pues eso: Que ahí van para animar al personal a la klettern cacharrerense unas cuantas afoticos del Antoñito ahí cuando le metimos al tremendo y hermosísimo diedro de marras. Y que yastá. El libraco ese de Sierra Nevada Inédita propone la entrada por la canal de justo abajo, pero por ahí había broza como para irse con los machetes amazónicos primero descolgándose dende to lo darriba y luego tratar de probarlo y ya ver cómo. Nosotras le enchufamos paralelo a la canal esta unos cuantos metros a la derecha por un terreno poco definido y algo expuesto y rotillo hasta un roal ya más plaquero justo a la altura del arranque del diedro, desde donde flanqueamos a la izquierda para situarnos en su base. Dendallín ya lo que quea es una tirada impresionante de bailonga y apretada y un último larguillo para salirse del techo cimero por la dere. Del largo del diedro pos non zé qué dejirles: Quel Antoñito se lo sacó en libre puliéndole de segundo con la mochila a cuestas y que no pude yo de prime marcármelo del todo y precisé de algún acerillo. Seisamás o igual seisbé. Hay chapas recuperables desas y si vas fuertota te puedes parar a asegurar con cacharreo del güeno antes de seguirle para arriba y sale seguro también de prime en free. Patio gustoso y tranquilidad de claustro cluniacense. Orientación sur ergo Lorenzo calentando en el invierno las espaldas. Vistas privilegiadas de la Sierra Nevada. Descenso por lo evidente a la izquierda, bajandillo pedrera y destrepando. Total: Una vía calité, que disen quienes la han hecho sin excepción, y nos lo suscribimos. Y a vivir y a disfrutar.

DIEDRO DEL ÁGUILA, MAJALIJAR, 1


El Antoñito en pleno flanqueo de la placa grande.

DIEDRO DEL ÁGUILA, MAJALIJAR, 2


La Sierra Nevada desde la R2.

DIEDRO DEL ÁGUILA, MAJALIJAR, 3


El Antoñito Mountjoy ahí diedreándole.

LOS CORPAS BROTHERS Y EL BORREGO



Aburridas de jiempre lo mihmo, argunas de las gentes de La Zubia City y der Saidín propujímunos un KARNABAL VERTICAL en Los Cahorros que, a pesar de la escasísima partijipasión, to hay que desilo como jue, se llevó a güen término el sábado 4 de marzo en el Tajo de las Eras con más sombra que sol y zin que el agua cayera a haces hasta que el sol se puso. Nusaltres esperábamos muncha y buena gente, buen acople por la noche y encadenes al disfraz y, como digo, la cosa se quedó pa las de siempre y para un par de cordadas de despistaos que por allí andaban y lo fliparon. La coza sirvió al menos parromperelais que en cristiano es el hielo del frío der cáliz quizo tol día rompelo y pa desempoyetar sirvió también entre tos al borrego ese que sale en la foto, que llevaba el bicho ahí por lo visto una semana comiéndose las matas del tajillo y bebiendo de los charcos de agua de lluvia. Acompañan al borrego los Corpas Bros.: El Carlitos, que iba de cruce entre Indiana Youns y el Gaztón Rébuffat, y el Alex, dándolo todo a lo setentero con una pinta de fan de Boney-M que no se aprecia en la foto pero que no veas tú la pinta que llevaba el tío también. Y el borrego ya les digo era borrego y no uno en solo integral disfrazao de. Hay video del rescate del borrego cortesía de Juandenaguer. Y no miento. Mientras llega, bésense.

domingo, julio 09, 2006

4.

Loqués remansarse


Aparqué.
La luz, el odio, el agua, las almendras, todo
bien.

Le tiré poco a poco y para arriba
por justo el espaldar de la cantera.
El sol pegaba limpio y norte el aire.
Cernícalos y ortigas. Y alpechín.

Eché toda la tarde allí, bailando.

A la vuelta dos búhos
por los balates últimos al ras se me cruzaron
y un sapo justo en medio del carril ya bajandillo
vi.
Y eran ya muchos cruces, demasiados.
Después supe que sólo eran los cruces necesarios, que
la vida en
fin, que yasta.

Le eché el freno de mano lento al coche,
abrí, bajé, la luz no sé si estaba
de brecha o si eran sólo
las cortas de los faros ni
por dónde supe yo que algo venía
pasándome en el cuerpo desde por la mañana, pero

la cosa es que de pronto

allí de pie
mientras yo le cantaba para que se cruzase a
la cuneta del lado de la acequia
ya era el sapo que yo supe al ralentí

y supe en otra forma de los pájaros,
del sol y de la luna, de tanto brote aún verde,
tan sin flor, de lluvias cuándo y cómo y
de las balsas de alpechín tan negras que

de noche ya y
camino de la casa serenándome al volante
los pulsos tan livianos de la vida
pude ver una vez más pero llegándole distinto a
las otras cosas esas de la ciencia y la razón
que no sé yo si son tan importantes ya.

Logré dormir tras cuatro noches huecas. Me lavé.

3.

sábado, julio 08, 2006

ALFACARADA AL FORNO 2006

0. Sectorcillo nuevo

A quién iba a pasársele por el magín que íbamos a poder tirarle hasta Alfacar para apretones finos y baile caderil en pleno estío y, sin embargo, mira tú: Pallá que le tiramos redenuevo ayer como ya le hemos estado no zé si tres o cuatro tardes ya en estas dos últimas semanas. Porque menudo roal de placotes lo justito desplomados para tener que azín sacarle buen provecho en el rebañe a esa caliza lija de agua que hay por roca ahí arriba izquierdamente del sector ‘Dablam’. Sector ‘Al-Qaeda’ o ‘Al-Kaeda’ con ka de kilovatio, kaos, kopón y ki que creo le han puesto el Álvaro, el Jose y esta gente según el reportajito ese de la Escalar del mes pasado y que, bueno, la verdad es que igual hubiera sido más lo suyo llamarlo algo azín como sector ‘Genio y figura’ menzocurre denden tonces, no a mí solamente, por las cosas esas del respeto a lo primero que en el golpe de roca que nos trata allí se abrió y que no es sino buf buf el séptimo apretado ese, Genio y figura hasta la sepultura, 7a, que queda a la derecha del todo y que, por cierto, tiene un dancing de chiste hasta que acabas viéndolo y para quien guste ahí está. Que no veas la vinagreta que tuvimos que cagar el Gustavillo y aquí la menda que estas líneas les pone para encontrarle al fin la doble gracia a la vía hace sus buenos meses siete u ocho ya y tras menrrecuerdo haberla ya yo probado to motivá con el Lluisot hará dos años para acabar bajándome de la segunda con cara de no saber qué diablos pasaba allí. Ni genio ni figura, que me dije, y en voz alta, y el Delclós que se partía el culo risa.
Y en fin, quezo: Que sectorcico nuevo con sombra y fresco serrano hasta en el pie de vía y a partir de las tres y media de la tarde en estas fechas de calorín incesante y perros escarbando para termorregularse o como venga a dejirse ovillados como gatos en el hoyo.

1. Calentamiento y estirazaze

Pa calentar, pos ahí tienes por lo negro a la derecha la Política terrorista, que creo es ese el nombre, seiscé me da o 6c+, que se deja hacer mubién mubién mubién para estirarse y preparar el body todo pal apriete posterior de las que quedan líneas otras.
Aluego, pa seguile calentando o por bonicas pa fundise, recomiendo, a la izquierda del todo, los dos 7a que igual son más 7a+ que otra cosa y aún así vel.lay laprietas, ¿abes: Mahoma Filemón la de la dere de las dos y non zél nómine deladela ciudadela de la izquierda. Apretadillas las dos, quizás es la Mahoma Filemón la que tiene más baile y un paso de los que si te sale y te lo ve quien te asegura y luego va y le mete ya no va a vista ni de coña de raro de verques o ejo a mí me rezurtó. Son ambas disfrutonas céntimo per céntimo, durillas de pelar a vista y la de la izquierda del todo tiene la chapica del pasico un poco quinqui de chapar pa los que vayan más justitos o con más cosa en el cuerpo. Yo la chapo cuando ya salgo del paso y es que, claro: Cuando ya te las conoces pues como que igual puedes hasta calentar y hacer zazén en ellas como los gatos del Albaycín en el filo de las tapias, que dice el Jorge Díaz Mtnez., cordobés, en un poema.

2. Te conozco bacalao aunque vengas disfrazao

A la derecha de estas dos y antes de llegar al paño naranja naranja nos vamos a encontrar ya con el cogollito bacalaero del sector, y ansí: cuatro vías más de entre sietecé y ochocuántos, aunque sólo aparecen tres de ellas en la reseña de la Escalar. La primera es Verico in London, a saber: Plaquilla gozosa que se va dejando hacer con agujerillo, agujerón, reposo, bombe, chapa y mírale la cosa y pasa de chapar la que toca porque no llegas, que no llegas, te digo, y sube pienes sobre todo ahí el izquierdo y tírate a ligar el invertido de izquierdas que en cuanto le cierras del todo subes la gamba dere que lo flipas y ya te quedas de lujo y pillas el tacazo y reposándole te quedas hasta que pillas otro taquillo con la zocata y chapas la siguiente y destrepas al reposo del tacazo y respiras y le miras lo de arriba y lo remiras y le metes respirando y vienen maluchas con buen rebañe para llegar con la izquierda a pinza combi de regleta lateral y pulgar abujerándole, dere a regletas perrimaison rebotando granuladas y colócate de pienes para el lance al romanazo de derechas que te espera con granicos mordedores como dientes afilados de bichucha y quédate ahí que te quedas, recoloca pienes y lanza a izquierdas, fok, a lo que pilles de to lo que ten ze quea por encimilla de la erre y ya le cambias como quieras, te chapas la reunión y baja, tío, buf, y mientras te van bajando te miras las yemas como azín sin yemas, vaya, y el baile va quedándose ahí arriba, muy despacio, llegas al suelo y el Lluisot y el Gus te felicitan, mirándote, mirándose risueños, hijaputa, dicen, y tú te llamas Luisa y te quedas ya rendida para pillar al que haga falta, contenta, callada, mubién mubién mubién y dándole una buena calada al cigarro verde que ellos se estaban echando mientras el Lluisot va atándose los felinos.
Y claro: Decotable. Decotable, decotable, casca el Gus. Y a mí la verdad es que lo mismo me da porque total: Ya la llevo en el cuerpo y poco importa lo que marque en los marquímetros que gastan tantos y a tantos desgastan, pero. Decotable. Y es verdad, le digo al Gus, que hemos probado sietecés, sietebemases si me apuras incluso, mucho más duros que esta, pero no menos cierto es que yo no me vuelvo a subir por ahí hasta que por lo menos a mis yemas se les haya olvidado la película y también porque lo mismo te sale lo de arriba que no no te sale ni jarta vino y, total: Que el Gustavo dice que 7c y lo repite anoche y cuando haga falta, dice. Y lo más gracioso es que lo dice como si hubiera que buscar a quien la equipó, plantarse delante y decirle que qué pollas dices de sietecé más, así como amenazador lo dice casi, y el asunto es que no quiere darse cuenta el Gus de que en realidad no es para tanto ni para nada porque lo mismo da o me da a mí 7c o 7c+ si unas salen y otras no y aún así todo depende de que ese día la roca se deje y los adentros te sean benignos. Y es que le pierde la pasión a veces al Gustavillo, pero eso nos ha pasado a todas con su edad. Claro que también es verdad que no son sólo cosas de la edad porque zon munchos, jé, los que no dejan de comerse el coco ellos solos con polladas destas ni cuando ya están creciditos, de importancia que le dan al grado, oiga. Y cuando la encadene el Gus, porquel todo era falar sin habela resuelto, pues cuando la encadenes, que le dije, si tú quieres entonces yazín te lo paece, pos la decotas a bombo y platillo, y yastá. Y el Delclós nos miraba y sonreía.
Pero al lío: Anoche estuvimos dándole vueltas de vuelta de allín y nos dio a todas en el hocico que la siguiente de las cuatro que son tres en el crosquis revistero es la que veníamos de probar y acaba quedando entre la Verico in London y el ochoamás interrogante de nombre Pasos largos. Dedujimos sin mayor complicación y sin tirar de detestibes que por novísima posterior al reportaje o por proyecto era que no entró en la reseña y el Gustavo se emperró y que le metimos, vaya. Ayer también. Y en fin, que le vimos el baile hasta la chapa que queda justo debajo del boquetón cimero antes de ya flanquearle a la derecha camino de la reunión que comparte con la de los pasillos alargaos que creemos tendrá aunque no la hemos probado. Y, bueno, que allí que se quedó el malloncito y que el proyestaso que dizían es este densicuro segurísimo porque no veas el apriete, niño. Y la secuencia que tiene eso ahí debajo de donde ya sales aunque no hayas despachado todavía ni te cuento, tú. Luego va, según las cuentas que estuvimos echando anoche y que igual no son correctas aunque yo creo que sí, la Pasos largos que ya he dicho y que por el mismo desplome marrón de la anterior pinta también preciosa, bailonguera y apretona. Y después, por todo el derrame gris que cae donde el desplome se pone más copón cómo desploma, más estético, más vaya línea guapa y refetén si al ras la miras con la espalda al noreste más o menos, la cuarta de las cuatro, que también sale en el crosquis, zí: Operación Patapalo, 7c, de la que nos dijo el Álvaro que había tenido que trabajarle con la broca a una regleta para que azín saliera el baile arriba bien, pero non zé cómo estará la coza porque no la hemos tampoco probado todavía. Yastaquín puedo leer.

3. Y doble ración de bacalaíllas al vinagre de la casa

Ha habido un derrumbe, dijo el Francis después de saludarnos. Y era que había estado en Alfacar la tarde antes con el Ramón y el Paco Paquete probando la Antoñito mon amour, que jui yo quién la equipé y ansí le puse para quien algo diga porque me dio la gana por el Tom, y en uno de los pegues del peso pesado Ramón al top pues dice el Francis Jaujense que se trajo para abajo un tercio de la lajota que te daba el respirillo en medio de la secuencia coponera que te lleva al pleno puto crux de la vía ahí a ver qué haces. Pero en dónde, cómo, le preguntaba yo preocupada al Francis como madre a la que le cuentan sopetonamente que a su Currito se lo han encontrao con una pierna sin pierna y la otra rota y la bisi hecha senisa. Y ya el Francis nos contó cómo el Ramón, tirando de la galleta de izquierdas que daba cuartelillo pa resoplar un poco y chapar y seguir viendo el percal, se la llevó con él pabajo. Y menos mal que iba al top-rope. Yezo: Que ya estuvimos el otro día apañando lo que apañable ahí con el sika pudo apañarse y ya veremos cómo sale la cosa ahora, porque ahora cambia. Que encadenada estaba de hacía dos meses que me salió a ritmaco después de trabajarla con el Lluisot y el Gus y le dudábamos, una vez más bizantinistas y hartas de porros personas tres el Gus, Delclós y yo, si 7c o 7b+ y ahora está claro que va a quedarse mínimo de sietecé la vía. Y aún así habrá que ver el baile cómo se rerresuelve en ese tramo.
Compartiendo reunión con la Antoñito mon amour, paralela a su dere en el mismo paño de vieja caliza naranja, queda la que primero vimos allín con el Lluisot de enchufarle y le enchufamos en dos tardes paraboles los que hicieron falta y aluego alguno más, que era de susto algunos pires que quedaron. Pero como que no ha salido hasta la fecha el blocazo que ahí tiene a la mitad, ¿abes, que hará falta que vengan algún día las lolas y los lolos con las llaves y la luz y estar a pie de vía pa velas y velos bien y copiase. Y endemientras, claro, seguir probándole ahí cuando apetezca entre todas pa ver si le damos con la clave o hay que dejarlo El bloque bilbaíno, que anzí va conojiéndose ya el percal entre zubiéticos y zaidineros que por allí han estado, por imposible.

4. Cosillas zuertah, cozas de cajón y ya final sin sastre ni concierto

A partir de las 15:30 tienen vuesas mercedes sombrica güena allí arriba ya. Proponemos ir haciendo por lo evidente una sola vereda de subida y bajada y no ir tirándole parriba cauna y cauno por su lao a lo cabra porque así no veas cómo va a quedarse la cosa de fea. Colillas, papelorios, residuos varios, basura, vaya, pues como en tos laos: A los contenedores del pueblo. Porquesque hay que conzenciaze día a día y repetilo aunque parezca de tonticos y parezca de tontica estar tratando a to la gente, pero no. Pa cagar y eso pues búscate un roal por arriba del to o por abajo pero que no sea de paso ni pie de vía ni de na deso y aunque esto sea de cajón también hay que repetirlo, que no veas el personal. Y al papel le metes lumbre cuidadosa o lo entierras bien enterraíco, porque tampoco te vas a poner a llevátelo. Y échate yemas de repuesto y échale peso a los pienes. El agua fresquita entra mejor, so don’t forget to llenar verbigracia en la Fuente del Morquil y no menos forguetes que el agua es la bebida de la élite. Echarsus rebequilla, que engaña lo del verano cuando baja el viento serrano ahí a la sombra y la de arriba está trabajando la secuencia o colgá común jamón creyendo que aún le va a salir. Que te queas pajarica asegurando y la que avisa no es traidora, no. No fumes tantos porros. Échate la merienda. Mira los bichos, los pajarracos y respétalos lo mismo que a las plantas. Honrarás a tu padre y a tu madre. No matarás. No dirás que encadenaste a vista después de andar colgado ahí viendo el tema y trabajándolo durante cuatro días. Píllense buena banda sonora para arrearle de mental o al tarareo si hace falta. Y métele la voz al perro pa que venga cuando sale detrás de las montesas, hostis, que aunque no haya en realidad problema alguno porque ni de coña las va a pillar, que son ellas más rápidas, más listas y además juegan en casa, tampoco es plan de. Déjate en casa la marquitis y el perifollo friqui, que aquí se baila como casi en tos sitios mejor con los trapos zorrunos. Respira. Y como dice el Brechtín: Lo importante y satisfactorio es cantar, bailar, ser amable. Antes estira y mientras y después. Pero estira sin rompete, nen, y rej-pirando de barriga. Que hay también, menzolvidaba, otra vía más entre la Política terrorista y el Genio y figura hasta la sepultura, vía, digo, la dentremedias, de la que non zél nómine ni nadená namás que tiene la reunión allín arriba y unos cuantos paraboles y quenlo dabajo no hay na e igual sale a cacharros y habrá que verlo un día. Lo que zín creo zé ej que la Genio y figura hasta la sepultura la equipó, kreo, el Gonzalo, el guía, sí, el niño del Antonio el de la Sierra. Zi mequivoco corríjanme, plis, que quisiera ser veraz. Y yastá. Que lo que se molvide por Moldavia otra lo apunte si le place y. Que aproveche. Y desenchufa el horno, coño, que siempre te lo dejas encendío, niño, ya.

VISUALIJEICHON EXERCISE

Del infame e infumable por en exceso tésniko volumen titulado Escalar, actitud y aventura (Introducción a los componentes psicológicos de la escalada), Klettern, Verhalten und Erleben, ajín de doitsch, azín, en el original, de un tal doctor Walter Schädle-Schardt, publicado por Paidotribo en Barcelona hace ya sus diez años y traducido por Cristina Halberstadt, la Luisa, que se lo había dejado el libro el Lluisot hace ya sus meses en un arrebato de coña marinera y de ahí lo llevas, subráyamelo y carcajada, pudo no obstante, la Luisa, digo, sacar alguna que otra cosa aprovechable, de entre las que destaca el apunte que sigue del Kurt Albert:

List Return

05 REM “Fight gravity solo/7AI+*August 1986”
10 REM “Todo in/Activar outputs”
11 OPEN “Sentido táctil”
12 OPEN “Sentido del olfato”
13 OPEN “Oído”
14 OPEN “Gusto”
15 OPEN “Aparato locomotor”
16 OPEN “Respiración”
17 OPEN “Ojos”
20 PRINT “Ir al inicio”
25 PRINT “Limpiar calzado”
26 IF A$=“Ruído de chillar” then 30
27 Goto 25
30 Gosub “Subprograma repasar”
31 Gosub “Subprograma respirar profundamente”
34 REM “Desconectar concentración en gusto/olfato/oído”
40 REM “Zona 1 *Inicio escalada” “Los primeros cinco metros”
50 REM “Zona 2 *Zona de peligro” “Lesiones graves en caso de caída”
53 PRINT “Agarre lateral izquierdo”, “Derecha empotramiento para la mano”
54 PRINT “Separación”
55 PRINT “Izquierda, Agarre Intermedio”, “Izquierda, empotramiento horizontal”
57 PRINT “Derecha, pie más arriba”, “Derecha, cuerno al final del techo-agarre bueno”
58 PRINT “Piernas colgando libremente” *Exposición superflua
59 PRINT “Izquierda, apoyo pie”, “Trabar rodilla izquierda”*Reposo sin manos
60 REM “Zona 3 *Zona mortal desplome”
63 IF PEAK /500)=1 TEHN PRINT, 5 “Fisura salir” End=rem* Comprobar índice de pánico
65 PRINT “Izquierda cruzada – Agarre bueno”, “Derecha, agarre al lado”
66 PRINT “Izquierda, mejorar agarre”
67 PRINT “Izquierda, mejorar agarre”
69 PRINT “Ambos pies en posición de adherencia elevada”
70 PRINT “Izquierda arriba, regleta para agarre – primera falange – positivo – encajar bien”
75 PRINT “Pie izquierdo, apoyo pequeño”, “Derecha, apoyo pequeño”
76 PRINT “Agarre izquierda”, “Derecha pierna de péndulo”, “Derecha fisura buena para dedos”
78 PRINT “Apoyo derecho – adherencia”, “Izquierda, apoyo más arriba”
79 PRINT “Avanzar hasta agarre lateral izquierdo”
80 PRINT “Apoyo alto derecho”, “Estirarse al máximo hasta agarre derecho”
81 PRINT “Apoyo alto izquierdo”, “Derecha separación”
82 PRINT “Estirarse al máximo hasta agarre izquierdo”, “Pie izquierdo en agujero”
83 PRINT “Separación derecha”, “Buen agujero de agarre derecha”
84 PRINT “Avanzar hasta agujero para dos dedos, izquierda – encajar bien dedo medio e índice”
85 PRINT “Pie derecho cruzado con canto externo sobre regleta de apoyo”
86 PRINT “Talonaje izquierda”
87 PRINT “Arriba a la derecha, agujero para primera falange de dedo”
88 PRINT “Cambio de apoyo”
89 PRINT “Listón para primera falange dedo, izquierda” “Pie derecho en agujero”
91 PRINT “Dinámico – agarre bueno derecha”
92 PRINT “Izquierda, agarre bueno”, “Libre apoyo del pie”
93 PRINT “Derecha, raíz del árbol”
94 PRINT “Desaparecer del mapa”, “sentarse”

Kurt Albert, “Solo ‘Fight Gravity’”, en Heinz Zak y Wolfgang Güllich, High life, Munich, 1998, 2ª ed., pp. 129-133.

viernes, julio 07, 2006

2.

atxarte sigue vivo y sigue en lucha


y cuenca y la pedriza y los cahorros
y los vados y etxauri y montserrat
y oñate y rambla seca y benaocaz
y el convento y otíñar y cogollos

y sant llorenç de munt y san bartolo
y vadiello y montgrony y rodellar
y loja y montanejos y calvià
y siurana y los tajos del canjorro

y el torcal y la riba y leiva y covas
y liérganes y riglos y aguadhú
y arico y grazalema y los galayos

y el vellón y jaraba y berga y lagos
y chulilla y pelúgano y bellús
y escalete y la cueva de baltzola

1.

Quereres de alpargata y tapia a 10 del año cuarto


Estos males meniscales
y vainas sinoviales menos una también en la zocata
que van a acompañarme
por las muertes y placas que me queden
si los años
no me dejan tirada en la estacada
pido
sólo
sean
benévolos, amigas -los males, digo o creo decir pues. Yo
he sido respetuosa.
Ya no le aprieto a nada
que rebañe no tenga y
si no tiene,
yo,
a no ser que el rebañe se lo pueda buscar con las caderas,
no le aprieto. No meto bicicletas
de zurda cafres. No.
Ya estoy en cualquier caso
recuperada, dicen.
Y yo lo siento. Ya
sólo queda volver de nuevo al monte.

Y eso es
lo que
quiero y
pronto
yo.

miércoles, julio 05, 2006

0.

LAS LENGUAS RUPESTRES