domingo, julio 19, 2009

36.

DISCULPA

No me tachéis de inconsecuente porque mi corazón haya sido apresado por una voz que canta:
Hay que estar serio unas veces y otras dejarse emocionar: como la madera, de la que sale lo mismo el arco del guerrero que el laúd del cantor.

Del alfaquí cordobés Ibrahim Ben Utman, poeta del centro de Al-Ándalus (siglo XII)

EL VIENTO

No hay mayor alcahuete que el viento, pues levanta los vestidos y descubre las partes ocultas del cuerpo,
y ablanda la resistencia de las ramas, haciendo que se inclinen a besar la faz de los estanques.
Por eso los amantes lo emplean como tercero que lleva mensajes a sus amigos y enamorados.

De Ben Said Al-Magribi (1214-1274)

LOS VASOS

Eran pesados los vasos, cuando vinieron a nosotros; pero cuando estuvieron llenos de vino puro,
se aligeraron y estuvieron a punto de volar con lo que contenían, del mismo modo que los cuerpos se aligeran con los espíritus.

De Idris Ben Al-Yaman, de Ibiza (siglo XII)


EL ARCO

Me maravillo de la ingratitud del arco, porque no es leal con las palomas del boscaje.
Cuando era rama, fue su amigo, y ahora que es arco, las persigue. ¡Así son las vicisitudes de los tiempos!

De Ahmad Ben Waddah, apodado Al-Buqayra, de Murcia (muerto hacia 1135)

Los cuatro textos transcritos de la maravillosa traducción de don Emilio GARCÍA GÓMEZ, Poemas arabigoandaluces, 1940. Trigesimoséxta citica. Salud.

jueves, julio 09, 2009

LA CARTA QUE ADRIENNE RICH LE MANDÓ A BILL CLINTON

3 de julio, 1997

Jane Alexander. Directora
Fundación Nacional de las Artes
1100 Avenida Pennsylvania
Washington, D.C. 20506

Querida Jane Alexander,

acabo de hablar con un joven de su oficina, quien me informó de que se me había elegido para ser una de las doce personas que recibirían la Medalla Nacional de las Artes en una ceremonia en la Casa Blanca en otoño. Le dije enseguida que yo no podía aceptar tal galardón del Presidente Clinton o de la Casa Blancaporque el significado mismo del arte, como yo lo entiendo, es incompatible con la cínica política de esta administración. Quisiera aclararle el significado de mi rechazo.
Cualquier persona familiarizada con mi obra desde el inicio de los años sesenta en adelante sabe que yo creo en la presencia social del arte -como algo que rompe el silencio oficial, como vozo para aquellas y aquellos cuyas voces son ignoradas, como un derecho humano innato. A lo largo de mi vida he visto movimientos por la justicia social ampliar el espacio del arte, el poder del arte para romper la desesperanza. En las últimas dos décadas he sido testigo del impacto, cada vez más brutal, de la injusticia racial y económica en nuestro país.
No hay una simple fórmula que relacione el arte con la justicia. Pero sé que el arte -en mi caso el arte de la poesía- no significa nada si simplemente decora la mesa para la cena del poder que lo mantiene rehén. Las radicales disparidades de riqueza y poder en Norteamérica se están agrandando a una velocidad devastadora. Un Presidente no puede rendir honores de manera significativa a determinados artistas elegidos simbólicamente mientras la gente, en su mayor parte, está deshonrada.
Sé que usted se ha comprometido en una lucha seria y desalentadora para destinar subvenciones del gobierno a las artes, oponiéndose a aquellos cuyo miedo y sospechas del arte son abiertamente represivos. Finalmente, no creo que podamos separar el arte de la dignidad y esperanza humanas en general. Mi preocupación por mi país es inseparable de mis preocupaciones como artista. No podría participar en un ritual que me parece tan hipócrita.
Sinceramente,

Adrienne Rich

Se envía copia al Presidente Clinton

Carta recogida en el artículo titulado 'Por qué rechacé la medalla nacional de las artes', reunido en Artes de lo posible, Editoral Horas y horas, Madrid, 2005, con excelente traducción de María Soledad Sánchez Gómez.

sábado, julio 04, 2009

35.

NO INÚTILMENTE

Contemplo yo a mi vez la diferencia
entre el hombre y su sueño de más vida,
la solidez gremial de la injusticia,
la candidez azul de todas las palabras.

No hemos llegado lejos, pues con razón me dices
que no son suficientes las palabras
para hacernos más libres. Te respondo
que todavía no sabemos
hasta cuándo o hasta dónde
puede llegar una palabra,
quién la recogerá ni de qué boca
con suficiente fe
para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante
razón nos da de la esperanza.

Pues más allá de nuestro sueño
las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.


José Ángel Valente (1929-2000)