lunes, febrero 22, 2010

AFLÓJATE DE BARES


El Gus, con er look ochentero, amarrándose bien las alpargatas antes de subirnos para los Bloques Amarillos.
APHOTICO: David Pérez Bueno.


AFLÓJATE DE BARES


Llegamos ayer miércoles. Nos quedan todavía
cuatro días.
El agua
no arranca a hervir. Afuera están hablando
de romos y equilibrios mientras yo
escribo desde dentro de la furgo y
lo que escribo es que ha sido

la paz ahí desde el fondo y tan de súbito ‘sta tarde

como una flor silente que resiste porque arraiga en la grieta
de esta roca caliza bienamada

bajando de los bloques amarillos
er Deivi, Gus y un menda
de envenenarnos ya dende trempano con
uno nuevo sin nómine,
un sietebé o asín que a ver mañana
si se deja por alguien resolver,
que ya casi esta tarde le hemos visto
la clave de los pienes al baile antes del lance,

y a ver mañana, sí

—un problema precioso de los d’esos más nuevos,
de los que estuvo er Deivi bicheando
las dos semanas esas
de eremita del gesto
que por aquín estuvo
solico porqu’él quiso,
comiendo arroz, bebiendo té, perdiéndose.

Bajando ya que’stábamos, molidos, jubilosos.
Que no hará ni dos horas, con las yemas
berreandico los tres.
Y el sol ahí reculando
sin más luna que el triple par de lunas
de esas mozuelas 3
que tan alegres salen —nosotros llegandillo—
del callejón d’enmedio de los siete que dan a la pradera
con sus colchoneticas a la espalda,
‘gualico que nusaltres, que bajábamos
por la vereda en busca del carril
que deja en el roal donde es el apalanque del común
y donde estas habían aparcado
la furgoneta d’ellas, justo enfrente
de la Furia der Deivi.
Nos saludamos y hola y tal que cual.
Compartiremos cena, que pensé,
compartiremos cena segurico. Y asín que ha sido, tú.

Y estos dos sí, de charla

—entre inglés catetorro y español de finolis
con nuestras tres amigas tirolesas—,

pero yo iba a lo mío y ahí le andaba

—oh yemas doloridas 6 de 10,
de dátiles de manos mías 2
y pienes, oh mis pienes 2,
pisando’n de colores, como el Dagües diszía,
el Johnny Dawes, sí,
en foh y pum y flunku y uepalape—

con un sopor bullente por los músculos,
fumando yanya güena de la última cosecha del Silvano y
por los ojos
la luz del lubricán
sin trampas alumbrándome lo zurdo del adentro.

Y ya’n llegando casi a la pradera
de los lirios salvajes
3 y 3,
cascando que si tal que cual

—que si de Albarracín que ellas venían
y les habían dicho del Torcal,
justo en el corazón de Andalucía,
una checa y un checo, por lo que nos han ido
contando ya’sta tarde,
pareja de puretas más fuertes que´l vinagre
con la que hicieron migas por allín
y que seguro son la misma gente
con quienes coincidiera el Antoñito
hará dos meses ya, poquillo más,
la semana que estuvo en Navalosa—,

casi cruzando, casi
por donde los roales de verano,

es que ha sido esta paz inesperada:

Que yo estaba a lo mío
y estos dos de palique con las guiris
y que no sé por qué
me ha venido al magín
lo de por la mañana
quando apretando estaba al crux
del bloque ese que digo el Gus,
que va y le dice er Deivi:

—Aflójate de bares, tigre, porque
¿no ves quesque te vas a reventar
de respirar cruzado, ninio, ya?

Aflójate de bares.
De bares de beber,
de bares de presión. Y no he podido
no echarme una risilla sintiendo la tibieza
de las cosas que pasan,
recordando lo dicho, repasando’l después,
entre burlas y veras
durante todo el día
sacándole más punta y
matices, vericuetos, correspondencias d’esas
a bares de beber y a bares de presión
y a la necesidad de ambos aflojes
para el pleno abandono del cuerpo con el baile.

Llegándole que estábamos a altura
de donde está la vaina del pluviómetro y
demás cacharros d’esos sientifísticos,
con la Nicole, la Frida y la Christina,
y estos dos se pensaron
—tal como aquí lo estoy dejando escrito,
el Gustavo y er Deivi,
cuando lo de esa risa tan pacífica—
que era por las tres mozas.
Y es por eso que quiero
dejarlo apuntaíco, para quienes si acaso

—clarico y bien clarico en el cuaderno
de monte’ste que siempre siempre siempre
conmigo va doquiera que yo vaya—

que era por el aflójate de bares mi sonrisa,

por ese hallazgo oral der Deivi enorme y
no por las picardías ni el cachondeo montuno
que solemos cruzarnos a veces como niños,
sin apenas palabras, sin maldad.

El agua hierve ya. Apago el infiernillo
y echo tres pulgaradas de té verde del bueno.
Hablan de esta mañana, de Hueco Tanks, de música.
Yo participo poco y
dende la furgoneta los escucho
y apunto mis cosicas, las cosas necesarias,
esto que ahora es que escribo mientras reposa el té.
David les cuenta cómo es que va el bloque
con el que hemos estado los tres envenenados.
Me viene la secuencia y
no desde la memoria

sino desde lo eléctrico del espinazo mismo de la vida.

Y en esto salta el Gus:

—Pues podemos llamarlo “Aflójate de bares”,
al bloque, digo, no?

Aflójate de bares. Quede escrito otra vez.
La Christina pregunta por lo que significa,
pero no creo que puedan explicárselo.

—El té ya está —les digo—.
Me parece lo suyo, Gus. “Aflójate
de bares” es, sin duda, el nombre que ese búlder se merece.

Er Deivi asiente y ríe
y trata de explicar qué significa
muy sentencioso y diáfano.
Yo todo lo consigno
y ya estoy terminando, la verdad.

Cuesta escribir después, después de que suceden
ciertas cosas sencillas, después de que se engranan,
tan perfectas y exactas, algunas coyunturas.

Queda escribir al menos honestas conjeturas,
por intentar contarlas, las cosas, como fueron.

Asín qu’esto ya’stá:

Noviembre en el Torcal. Cenamos macarrones.
Nos quedan todavía cuatro días.
De postre tomaremos chocolates exóticos
que traen las niñas estas.
Y el té que he preparado.
Er Deivi le está dando la forma a un verdigrín
para que ahora entre todos le hagamos bien el fondo.
Mañana, nos han dicho, se vienen con nosotros,
que quieren conocer —sobre todo la Frida,
que por lo visto aprieta la tía fino y duro—
la zona de los bloques amarillos.

Se está metiendo un viento hijoputilla.

Ya sí termino, sí.
Espero que mañana
el sol de invierno lama nuestros lomos.

lunes, febrero 15, 2010

PREPOSICIONANDO

ni cabe ni so ni según y etcétera


a quienes nada esperan ni ya temen
ante los tribunales si les urge y
bajo los puentes miles cientos diez
con puños y sonrisas implacables
contra quienes malogran la esperanza y
de la justicia el logro necesario
desde que el mundo es dicha y tierras dichas
en lenguas imposibles pero hermanas
entre las gentes todas que caminan
hacia los sures esos que es que laten
hasta que ya revientan los imanes
para poder llegarse sí llegarse
por fin vendrá la vida y el estómago
sin miedos ni hipoteca ni caléndulas
sobre las cinco y pico de mañana y
tras todo lo ya escrito ayer que hoy digo